“Se
acabó. Trump, el egoísta, el racista, el narcisista, el mentiroso 'ganó'. Todos
nosotros perdimos.” Michael Moore.
Desafíos y oportunidades en la era Trump
Una postura igualmente pesimista mantiene un gran sector de los ciudadanos estadounidenses, y la misma impresión se tiene en el resto del mundo, especialmente en México.
Donald Trump es ya el Presidente más impopular en la historia norteamericana. Y no es para menos, su principal contrincante, Hillary Clinton, obtuvo 2 millones más de votos directos que el rubio magnate; sin embargo, el peculiar sistema electoral en el cual los que valen son los votos electorales, ha dado el triunfo al candidato republicano.
El resultado es un Presidente sumamente impopular, dentro y fuera de su nación, las marchas de repudio han sido más notorias que las discretas muestras de apoyo, y la relación con el vecino del sur está en acelerado proceso de deterioro.
No obstante, en un momento en que demócratas, inmigrantes, liberales, izquierdistas, feministas, minorías raciales y hasta disidentes republicanos se sienten más que frustrados, es oportuno recordar que en la vida nada es absolutamente malo, ni absolutamente bueno; el que la presidencia de los Estados Unidos esté ocupada por un funcionario de perfil conservador, reaccionario, xenofóbico y sumamente demagógico y populista tiene también su lado luminoso.
Por ello es que, desde nuestra perspectiva como mexicanos, queremos resaltar 10 razones por las que el cuatrienio actual no es del todo malo en el mundo:
1) México comienza a ser un país unido.
Por primera vez en la historia reciente los mexicanos mostramos unidad ante un hecho importante: opositores, oficialistas, funcionarios, fuerzas armadas, proletarios, empresarios, coincidimos en que el Presidente Donald Trump muestra una actitud fuera de lugar, por decir lo menos. Personalidades críticas al gobierno y partidarios del régimen mexicano, incluso han participado en marchas de repudio al impopular mandatario yanqui.
2) El regreso de los inmigrantes aportará gente con grandes habilidades técnicas y grandes conocimientos adquiridos en los Estados Unidos.
Las empresas contarán con trabajadores especializados y acostumbrados a ser altamente productivos.
3) Cambios políticos y sociales.
Los deportados están habituados a imponerse a las dificultades, a no rendirse, y por lo mismo serán un factor decisivo en las inevitables transformaciones sociales que el país exige. Gente proactiva y capaz desarrollará un activismo social y político que dejará atrás la pusilanimidad típica de la oposición mexicana.
4)
Recobrar la soberanía.
La actitud anti mexicana de Trump, su insistencia en revisar el TLC (tratado que además siempre ha sido repudiado por grandes sectores de oposición en México), la amenaza de hambruna ante un eventual embargo de alimentos contra nuestro país, nos obligarán a volver a producir por nosotros mismos nuestros alimentos y energéticos; hoy por hoy importamos de Estados Unidos nuestra gasolina y hasta el maíz de nuestras tortillas. Tendremos que producir nuestros insumos, y eso será recuperar la soberanía alimentaria, elemento esencial de una verdadera independencia.
5
) El mural más grande del mundo.
El muro ya existe, las deportaciones han sido intensivas desde el gobierno de Barack Obama; Trump simplemente se ha apropiado de banderas que han sido enarboladas por los políticos yanquis desde hace mucho tiempo. Lo que realmente podría hacer sería ampliar una muralla que ya existe, lo que no sería tan costoso como partir de cero. Asumiendo que en efecto sea ampliado el muro fronterizo, los creativos artistas mexicanos y chicanos contarán con un fondo perfecto para plasmar toda clase de grafitis y hasta frescos al estilo de Rivera y Siqueiros. Elementos frecuentes serían recordatorios familiares y mensajes contestatarios en spanglish. El sueño de
Jodorowsky, crear obras de arte en el muro fronterizo se haría realidad. Los artistas más sensibles plasmarían puertas y ventanas que contribuirían a mantener los lazos humanos a ambos lados de la frontera.
6)
Un freno al “progresismo”.
Los sectores autodenominados liberales, que reivindican causas que grandes masas conservadoras repudian en ambos países, verán frenadas y eventualmente revertidas muchas de sus iniciativas. La legalización de adopciones por parte de parejas homoparentales, la legalización del consumo de drogas recreativas, los matrimonios entre personas del mismo sexo, las manifestaciones más virulentas del activismo feminista y gay, la sobresaturación de noticias pro gay en los medios de comunicación, y el enaltecimiento del aborto y la eutanasia, tendrán que avanzar mucho más lentamente de lo que venían haciéndolo en el periodo de Obama. Esto significará una revisión de metas y prioridades en la sociedad norteamericana, y ni se diga en la mexicana, que suele ser caja de resonancia de los eventos que se dan en USA.
7)
El fortalecimiento de lo oposición de izquierda.
Los sectores realmente revolucionarios, ajenos al mal llamado progresismo, a ambos lados de la frontera, tendrán que renovarse o morir. La aletargada izquierda mexicana reaccionará y se pondrá realmente a trabajar, ofreciendo alternativas viables a la política del régimen actual. En ambos países las organizaciones de corte socialista tendrán que ser mucho más asertivas y activas para tener voz y voto; por otra parte, el gobierno de Trump será una gran oportunidad de engrosar las filas de movimientos comunistas y anarquistas. Muchedumbres de inconformes y desengañados nutrirán las filas de los partidos yanquis de orientación marxista. Eventualmente, esto traerá verdadera pluralidad a la vida política de
Estados Unidos, que podría salir del tradicional bipartidismo para ofrecer al electorado verdaderas alternativas.
8)
La mejoría de las relaciones con Rusia
Es notoria la satisfacción con que Rusia ha recibido la
victoria de Donald Trump. Putin y Trump, mandatarios ultracapitalistas y
conservadores, se entienden perfectamente y miran sus naciones más como aliadas
ante el terrorismo que como adversarias. Esto es magnífico para la paz mundial.
La temida tercera guerra mundial es menos probable ahora que en la era Obama.
9) El fin del Daesh.
El otrora temible Estado Islámico, parece
tener los días contados, luego de un Obama que simuló combatir a los yihadistas
y que en realidad armaba a los opositores a Bashar Al Assad.
Trump no ha tenido empacho en armar a los kurdos, enemigos mortales de los
terroristas suníes, los cuales inexorablemente van perdiendo territorio y
fuerza.
10) Una era de revisionismo. El presidente Donald Trump es
un disidente ante un postulado esencial en la opinión mundial. Trump cree que
no existe el calentamiento global, y el hecho de que un Presidente de los
Estados Unidos tenga esta postura tan atípica, estimulará la revisión de todo
tipo de creencias: científicas, religiosas, históricas, etc. Será una era de intensa investigación y
desengaños, actividades elementales en la eterna búsqueda de la verdad.
De manera que ningún motivo hay para el temor, incluso un
época tan adversa como un Presidente estadounidense tan racista y anti
mexicano, ofrece oportunidades enormes a nuestro país y el mundo.
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