En la región de las Altas Montañas persisten
tradiciones de origen prehispánico que ayudan a sostener la vigorosa identidad
del pueblo veracruzano. Una de las más vistosas es el Xochitlallis, la fiesta de las cuevas.
La Sierra de Zongolica, donde abundan cavernas apropiadas para el Xochitlallis |
La festividad
actual es resultado del sincretismo entre las religiones prehispánicas y el
catolicismo. La participación que en este siglo han tomado autoridades locales,
ha logrado imprimir ya una clara identidad indígena a la fiesta de las cuevas,
quedando el elemento católico prácticamente olvidado.
La profunda mística
del campesino de lengua náhuatl, lo inclina a mostrar su sincero agradecimiento
a Nana Tonantzin, la Diosa de la Tierra, por la abundante cosecha que dan los
campos. No se corta una mazorca sin antes dar gracias a la generosa madre
naturaleza por las bendiciones de los alimentos.
Vistosas danzas rituales en homenaje a Nana Tonantzin |
Por ello, las
comunidades de la sierra de Zongolica, y de otros puntos de la Sierra Madre
Oriental, celebran coloridos y sofisticados rituales en las cuevas de la
comarca, el Xochitlallis. Los más místicos se remontan a cavernas recónditas en
la sierra, donde únicamente los más íntimos celebran el ritual.
Sin embargo, en
puntos como la Cuesta del Mexicano o las Grutas de Galicia, en el municipio de
Ixtaczoquitlán, las fiestas se han convertido en todo un suceso popular, que
atrae numeroso turismo nacional. En esta ocasión, el alcalde Aquileo Herrera
encabezó el arranque del evento, destacando en su mensaje la importancia que
dan los campesinos a mostrar su gratitud a Nana Tonantzin por las cosechas. La
Madre Tierra da generosamente alimentos a sus hijos, a pesar de que éstos la
maltratan. Por ello es tan importante aprovechar la ocasión para pedirle perdón
por los agravios que le infligimos los seres humanos.
Para celebrar esta
ya multitudinaria festividad, se elige siempre el primer viernes de marzo, ya
cercana la primavera.Al iniciar marzo,
la temperatura ya es cálida, una que otra lluvia se hace presente en los
fértiles campos. Además, las tradiciones chamánicas confieren a esta fecha el
poder de energizar las plantas medicinales, haciendo que este día sea el ideal
para recolectarlas y preparar infusiones curativas con ellas.
Es el momento ideal
para presentar nuestros respetos a Nana
Tonantzin. Los chamanes hacen un sahumerio para purificar a los participantes,
un prolongado ritual, que incluye danzas prehispánicas, se desarrolla entre
conjuros y ofrendas.
Como ya es habitual
desde hace alrededor de un lustro, las autoridades municipales han aprovechado
la ocasión para hacer de esta ancestral fiesta un evento turístico. Con ello se
consigue poner en contacto al pueblo mestizo con esta tradición de sus
ancestros indígenas, además de conseguir una importante derrama económica en
favor de las comunidades de Ixtaczoquitlán donde se celebra la versión popular y turística de la
fiesta de las cuevas.
Un autobús
turístico, amarillo y moteado con manchas negras como el jaguar, brinda
servicio de transporte a los visitantes; lo mismo hacen numerosos autobuses
convencionales que llegan desde la ciudad de Orizaba. Socorristas de diversas
corporaciones están alertas con sus unidades de emergencias; la policía estatal
y la Fuerza Civil garantizan la seguridad de los asistentes.
Los organizadores
han montado la adecuada logística y una vistosa escenografía desde el mismo
camino que conduce a las Grutas de
Galicia desde la Cuesta del Mexicano. Guerreros jaguares acechan a los
paseantes para tomarse la foto del recuerdo con ellos; danzantes vestidos a la
usanza típica interpretan sus danzas machete en mano; los cuatro Tezcatlipocas,
cada uno pintado con su color característico, posan para los visitantes
mientras emiten rugidos de jaguar; los niños venden lamparitas para poder ver
dentro de las grutas, los guías no se dan abasto para cuidar la integridad de
la abigarrada masa humana que penosamente asciende a la oquedad donde los
invitados especiales hacen uso de la palabra. Hay que esperar a que terminen de
hablar y se retiren para que los visitantes puedan ingresar a la caverna, en
grupos de diez personas.
Los danzarines
interpretan sus danzas al ritmo del teponaztli agitando sus exuberantes
penachos multicolores. En un espacioso llano se han montado una gran carpa y
una serie de pequeñas casetas, así como letrinas. Los paseantes disfrutan en el
interior de la cómoda carpa del espectáculo de payasos, un trío de música
sudamericana, un conjunto de danzantes que interpretan danzas prehispánicas, y
un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de la Sierra de Zongolica.
Los estudiantes
interpretan vistosas danzas típicas mexicanas, desde polkas norteñas hasta
números guerrerenses, pasando por el mundialmente famoso jarabe tapatío.
Ante el estupor de
los turistas cristianos, los chamanes, vestidos con inmaculadas ropas blancas,
hacen limpias con yerbas a los fuereños. “No es brujería, son tradiciones”,
trata de explicar el maestro de ceremonias. Muchas personas pasan a aprovechar
la oportunidad de limpiarse de los malos aires, los trabajos de hechiceros y la
mala suerte. Una mujer devota mira desde lejos con espanto mal disimulado, sin
conseguirse explicar cómo es que estas “costumbres paganas” siguen vigentes.
Los festejos en
honor de NanaTonantzin continuan por horas, los visitantes siguen consumiendo los alimentos y curiosidades ofrecidos por los lugareños. Algunos
se quedarán hasta bien entrada la medianoche para tomar parte en el baile
popular con música viva.
Entretanto, en
distintos puntos ocultos de la Sierra de Zongolica, en espaciosas cuevas a
resguardo de miradas curiosas, decenas de devotos de la Madre Tierra ofrecen
este primer viernes de marzo sus rituales de desagravio y gratitud, quemando
copal, haciendo sahumerios y pronunciando sagradas letanías en náhuatl.
Esta vez la fiesta
de las cuevas se ha desarrollado armoniosamente; vale la pena visitar el
municipio de Ixtaczoquitlán, Veracruz, cada año el primer viernes de marzo. Si
te decides a hacerte presente en la cada vez más turística, folclórica y
multitudinaria festividad, podrás llegar fácilmente desde el pueblo mágico de
Orizaba, que se localiza a dos horas de Puebla y cuatro horas desde la ciudad
de México en automóvil.
Nana Tonantzin se
sentirá dichosa de tu visita, y si lo que deseas es algo más autóctono y
ceremonial, seguramente podrás averiguar dónde se realizan Xochitlallis más
íntimos y conseguir la guía adecuada.
Imágenes: Alan Ahumada