El Libro Azul es un proyecto del gobierno estadounidense que
buscaba explicar racionalmente los avistamientos de Objetos Voladores no
Identificados (ovnis). Desde 1951 hasta 1969 los investigadores documentaron
más de 12000 casos. No obstante, a pesar de que se dio una explicación
convencional a la mayor parte de los eventos, el seis por ciento de los
avistamientos resultaron ser inexplicables. Algunos de ellos ocurrieron en
México; los estadounidenses optaron por guardar bajo llave los casos por
décadas, hasta que el investigador independiente John Greenewald , fundamentándose en la Ley de Libertad de
Información, obtuvo que al quedar desclasificados los archivos, se le permitiese
acceder a ellos. En su página web The Black Vault, Greenewald ha subido muchos
de esos casos, para algunos los cuales no es posible hallar una explicación
normal.
En realidad, la
gente de México y del resto del mundo ha observado muchos más de esos fenómenos
de os que registra el Libro Azul; y seguramente, a pesar de su sofisticada red
de inteligencia, los investigadores norteamericanos no lograron documentar
todos los casos. Decenas de miles de avistamientos de objetos voladores de naturaleza
indefinible han ocurrido desde la década de los cincuentas.
Un caso que no
consigna el Libro Azul fue presenciado por habitantes de Ciudad Mendoza, en
marzo de 1981. Nuestro testigo es un conocido lugareño al que llamaremos
simplemente Felipe, para proteger su identidad.
Felipe es un personaje popular en dicha pequeña ciudad del estado mexicano de Veracruz. Aficionado a la música y a las fiestas, recorre guitarra en mano la población en busca de amigos con los cuales convivir y damas que cortejar. En aquella mañana de marzo, muy temprano salió a hacer su recorrido habitual.
Felipe es un personaje popular en dicha pequeña ciudad del estado mexicano de Veracruz. Aficionado a la música y a las fiestas, recorre guitarra en mano la población en busca de amigos con los cuales convivir y damas que cortejar. En aquella mañana de marzo, muy temprano salió a hacer su recorrido habitual.
Inesperadamente, se
encontró con que el sol ya había salido y brillaba de una manera deslumbrante. Lo
asombroso es que, a pesar de ser apenas las seis y media de la mañana, el sol
ya estaba en el poniente. Imposible; pero la sorpresa de Felipe fue mayor
cuando se percató que aquel astro tan luminoso no era tal; era un objeto
gigantesco, suspendido en el aire a unos 70 metros del suelo, sobre un punto
ubicado a o más de medio kilómetro del hogar del músico.
Completamente
desconcertado, el hombre no supo hacer otra cosa que quedarse boquiabierto ante
el esférico objeto, incapaz de hallar una explicación ni de reaccionar ante el
fenómeno. Nunca sintió miedo ni se le ocurrió que pudiese haber peligro por la
cercanía de lo que él interpretó como una nave extraterrestre.
Pasados algunos
minutos, el objeto ascendió verticalmente, y de repente, ¡zum! La nave se movió
a una velocidad increíble y desapareció de escena en cuestión de fracciones de
segundo. Una maniobra que se supones es irrealizable para las aeronaves de
nuestro planeta.
Preguntándose si habría sido víctima de una alucinación, el
testigo logró finalmente reanudar su marcha. Comentando el suceso con vecinos y
amigos durante esa mañana, Felipe pudo darse cuenta de que no fue el único
humano que presenció la extraña visita. Todas las personas que presenciaron
este caso, coincidieron en que la presunta nave era perfectamente esférica y
muy brillante, además de que en ningún momento se sintieron amenazados por la
presencia del objeto.
No paran aquí los
encuentros cercanos entre los habitantes de esta comarca y posibles
alienígenas. Esta región de altas montañas es pródiga, incluso hoy, en eventos
de esta naturaleza, y en próximas notas compartiremos algunos de los sucesos más
notables.
Imágenes
1 y 2. Pixabay
3: Marco Antonio Flores Lozano